Desde luego, la antigua Roma nos ha dejado maravillosos proverbios, hablando hace muy poco con un especialista (de verdad) en Inteligencia Artificial, nos sorprendía la tendencia a sobreponderar los riesgos y amenazas de esta tecnología respecto a sus beneficios y potencialidades. Claro está que me vino a la cabeza el proverbio “Soy un hombre, nada humano me es ajeno” (Homo sum, humani nihil a me alienum puto).

Porque, por mucho que estemos en nuestro máximo ego tecnológico, detrás de todo, de cada acto, de cada comunicación, de cada estrategia, hay personas. Y la explicación de este miedo a lo nuevo, lo deberíamos buscar en esos mecanismos últimos que condicionan nuestra existencia, nuestra cosmovisión y nuestra toma de decisiones.

En el caso que nos ocupa, la sobrerrepresentación de la visión apocalíptica de la IA, en mi opinión, la hemos de buscar en lo más profundo de nuestro ser, de nuestro cerebro, en el llamado “sesgo de negatividad” y todo lo expuesto en la “teoría de la perspectiva” y la relación existente entre noticias negativas y su asimilación a pérdidas. Este sesgo es una programación para la supervivencia, en la naturaleza es más importante estar atento a las amenazas, a la búsqueda de información o patrones que pudieran delatar un peligro inminente o diferido.

Naturalmente, todo aquél que se dedique a los medios, a la creación de contenidos, a intentar retener nuestra atención en sus canales de comunicación, de forma más o menos inconsciente, sabe de ese “sesgo de negatividad” y lo retroalimenta. A ello habría que sumarle la superior carga emocional de lo negativo frente a lo positivo. Vamos que, en el fondo, sale el homínido que llevamos dentro, detectamos un peligro por incertidumbre y retroalimentamos esta incertidumbre a través de nuestros sistemas para mitigar el aburrimiento existencial del ser humano: contar historias a través de los distintos canales que estén a nuestro alcance.

Es interesante ver cómo este proceso de aversión al cambio no es algo nuevo, me gustaría poner un ejemplo que creo paradigmático. Sócrates, el gran filósofo referenciado por Platón, consideraba la escritura como un retroceso porque, debilitaba la memoria, limitaba el diálogo, deshumanizaba al ser humano y, atención, ¡atrofiaba el pensamiento crítico! Nada (o casi nada) nuevo bajo el sol.

Y aquí andamos, hoy, 2.423 años después de la muerte de Sócrates y su aversión a la escritura, cuestionándonos el impacto de la IA por la deshumanización, el retroceso y la atrofia del pensamiento crítico…Sinceramente, si de algo nos va a servir la IA generativa, es para estrujarnos las meninges para sacar el máximo partido a un enorme océano de información (ordenada) y para estructurar críticamente nuestra mente.

Como decía el detective Spooner al holograma del fallecido Dr. Alfred Lanning en “Yo, robot”: “Lo siento, mis respuestas son limitadas. Haz las preguntas adecuadas.”, pero, en este caso, las respuestas son, en verdad, prácticamente ilimitadas.

José Rosiñol CEO & Co-Founder