En estas cosas que se me ocurren hacer, y desde esta obsesión pluridisciplinar que me persigue desde que tengo uso de razón, hace pocos días tuve la oportunidad de asistir a una conferencia que versaba sobre ingeniería aeroespacial. Una de las cuestiones tratadas me dejó pensativo sobre la relevancia y relación (metafórica) de la llamada “ecuación del cohete” en el contexto de las consultoras y cómo, paradójicamente, puede conducir a su desnaturalización.

La ecuación del cohete de Tsiolkovsky, una fórmula simple pero profundamente reveladora, nos dice que el cambio en la velocidad de un cohete es proporcional a la velocidad de expulsión de su propulsor, y logarítmicamente dependiente de la relación entre la masa inicial y final del cohete. En el mundo de las consultoras, esta ecuación, como decía, se puede interpretar metafóricamente. Aquí, el “propulsor” es el conjunto de recursos y estrategias que una empresa de consultoría utiliza para impulsar su crecimiento y éxito.

Sin embargo, este crecimiento muchas veces lleva consigo una carga oculta: el aumento del peso de la estructura. En consultoría, este peso se manifiesta en la forma de burocracia, procesos inflexibles y una creciente desconexión con las necesidades del cliente. Al igual que un cohete que lleva demasiado peso no puede alcanzar su órbita deseada, una consultora sobrecargada corre el riesgo de perder su propósito original y eficacia.

Este fenómeno me lleva a reflexionar sobre cómo las consultoras, en su búsqueda de expansión y dominio en el mercado, pueden terminar desviándose de su misión original. La esencia de la consultoría, después de todo, reside en proporcionar soluciones personalizadas y ágiles a problemas complejos, supone crear verdadero valor al cliente, valor estratégico en lo encomendado. Pero ¿qué sucede cuando la estructura de la empresa se vuelve tan pesada que impide esta agilidad o que este peso condiciona la aproximación al cliente o, lo que es peor, a la resolución de los problemas?

La desnaturalización de las consultoras puede ser vista como una especie de “fuga de propulsor” en términos de la ecuación del cohete. A medida que una empresa crece en tamaño y complejidad, pierde gradualmente la capacidad de maniobrar y adaptarse rápidamente, lo que es esencial en un mercado que cambia constantemente.

Este dilema nos lleva a cuestionar la eficiencia de las estrategias de crecimiento y expansión en el ámbito de la consultoría. ¿Es siempre deseable crecer en tamaño y alcance? ¿O deberían las consultoras esforzarse por mantener una estructura más liviana y adaptable, incluso si esto significa renunciar a ciertas oportunidades de mercado?

Concluyendo, la lección que podemos aprender de la ecuación del cohete en el contexto de las consultoras es la importancia de mantener un equilibrio entre el crecimiento, la agilidad y la esencia. Al igual que un cohete eficiente, las consultoras deben buscar formas de maximizar su impulso (recursos y estrategias) mientras minimizan el peso de su estructura para evitar su desnaturalización. Este enfoque no solo es vital para su supervivencia y éxito en un entorno empresarial cada vez más competitivo, sino que también garantiza que se mantengan fieles a su propósito fundamental.

Esta reflexión me lleva a preguntarme: ¿hasta qué punto la consultoría puede perder su esencia en la búsqueda de crecimiento? ¿Es posible una reorientación hacia estructuras más dinámicas y menos burocráticas? Quizás la respuesta no sea sencilla, pero es un debate necesario en el mundo de la consultoría moderna, donde la eficiencia no solo debe medirse en términos de crecimiento, sino también en la capacidad de mantenerse verdaderos a los principios que dieron origen a estas organizaciones.

En última instancia, al igual que las “fake news” en el ámbito de la información, las consultoras enfrentan el riesgo de distorsionar su propósito original. La clave, entonces, siguiendo a Aristóteles y su “término medio”, está en encontrar ese equilibrio óptimo que permita a estas empresas impulsarse hacia nuevas alturas sin perder su verdadera esencia y sin caer en la trampa de la desnaturalización. En este proceso, la ecuación del cohete nos ofrece una metáfora potente y un punto de partida para una discusión más profunda sobre el futuro de la consultoría, futuro que pasaría por la palanca de la tecnología, por herramientas IA para resolver la ecuación entre crecimiento, sostenibilidad y propósito.

José Rosiñol CEO & Co-Founder