Desde luego, he de reconocer que trabajo con un equipo de gente maravillosa y, sobre todo, de mentes inquietas. Hace unos días, mi compañera Lucía Arriaza González me pasó un video de Tik Tok que empezaba con un tono muy “positivo” (léase la ironía) que decía: “la realidad tiene los días contados” y se refería a Sora de Open Ai Labs . Este tipo de narrativas, digamos divulgativas, me hacen bastante gracia porque parece que el sesgo de negatividad sea su palanca básica de clickbait.
Pues bien, aprovecho lo dicho por este tiktoker para hilvanar este artículo. Nos dice el autor que la realidad objetiva no existe o que somos incapaces de verla, que la realidad es una simulación de nuestro cerebro basado en un número de sensores limitados (este sería muy discutible, pero bueno, sigo). Vale, tenemos un número de sensores limitados, sensores que, por cierto, nos han llevado desde la Garganta de Olduvai hasta aquí…no está mal. Pero oye, como somos conscientes de nuestras limitaciones sensoriales, al creador de contenidos, parece que se le escapa que con la tecnología hemos aumentado pon N la capacidad de estos “sensores naturales”, como decía, continuamos con una construcción narrativa típica que empieza por premisas falsas o distorsionadas.
Nuestro autor continúa afirmando que el conocimiento del mundo está determinado por el acceso que hayamos tenido a una u otra información, muy bien, hasta ahí bien. Dando un salto, nos lleva a la escritura, la interpreta como forma atemporal de transmitir información. Cierto que la escritura sistematizó y ordenó el acceso a la información, pero eso no excluye que las culturas ágrafas tuvieran (y tienen) un conocimiento mucho más profundo y transgeneracional de la realidad y del medio de lo que pudiéramos llegar a imaginar (esto daría para otro artículo). Vamos que tampoco somos el cénit de la existencia por el mero hecho de saber escribir.
Y, a partir de aquí llega el salto cuántico del razonamiento, resulta que, a partir de «hace más de un siglo», nuestro conocimiento es fruto de las imágenes y los vídeos que hemos visto en nuestras vidas…seguimos con las premisas falsas o simplificadoras. Ahora parece ser que lo que sabemos no es por los ensayos, relatos, obras escritas, referencias orales o simbólicas, no es por los cientos de millones de libros editados, las charlas, conferencias, clases, etc.…que no, que todo es por los testimonios gráficos. Claro está, siguiendo el hilo catastrofista, esto se ha acabado por los de OpenAi y su Sora, porque habrá muchísima más información falsa que verdadera. Estamos ante una invasión de falsedades gráficas…que nada volverá a ser fiable…es el “infocalipsis” (cuánta creatividad lingüística).
La cuestión que plantea el creador de contenidos en el vídeo es interesante pero no por el clickbait apocalíptico, sino porque plantea la cuestión de la verificación de imágenes y como puede impactar en la sociedad. En mi opinión, que existan imágenes hiperrealistas que son eso, imágenes, me parece tan bien como que existan pintores hiperrealistas, que son, básicamente, eso, imágenes. La cuestión es que no poder discernir qué imagen es verdadera y qué imagen no lo es no depende de la calidad de esta, depende de la capacidad crítica y del análisis contextual de quién interpreta la imagen.
Discernir entre la verdad y la mentira depende del pensamiento crítico, de la autoexigencia de cada uno y de no caer en marcos autorreferenciales. Mucho antes de que existiese Sora, había una costumbre que los romanos llamaban “damnatio memoriae” que básicamente equivalía a borrar tu recuerdo del espacio público. Más recientemente, en la Unión Soviética, en cuanto caías en desgracia, desaparecían tus fotos o se trucaban las que no podían hacer desaparecer. La interpretación del porqué “mágicamente” desaparecía León Trotsky de las fotos en la prensa soviética había que buscarla en el contexto, no en el borrado mágico de los censores del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Al final, el ser humano es un narrador de historias, las historias llevadas a imágenes tienen su potencialidad, pero cada historia contada, narrada o escrita, tiene tantas tramas, interpretaciones y matices como seres humanos la escuchen. Y, como decía, que haya herramientas que puedan generar perfectas imágenes o vídeos, puede ser una oportunidad para ahondar en el pensamiento crítico y contextual de la sociedad.
Sé que da vértigo, pero en esta era de transformación social, de pasar de una consoladora adolescencia a enfrentarse a los problemas de la adultez, es la gran oportunidad que nos da el avance tecnológico y la interiorización de la debilidad del ser humano después de la pandemia . De hecho, podría ser que este “efecto fotocopia” de la IA cree una tendencia cultural en la que se vuelva a valorar el arte desde el artista y, quién sabe, quizás volvamos la vista atrás y busquemos referentes que parecían olvidados o desaparecidos.
Aquí el vídeo en cuestión:
José Rosiñol CEO & Co-Founder